CAJINESYALBARES

Empiezo a estar cansado de la frase “ Lo hago por Murcia” o esta otra “Quiero trabajar por Murcia” o quizá también esta “ Por amor a la Huerta” . No. De eso nada. Lo haces por amor a un sillón que no sé qué tiene pero cuando te sientas en él quedas pegado para siempre. Lo haces por tus protagonismos absurdos. Lo haces porque en tu vida personal, ocupar un carguico, es la  máxima  de las aspiraciones que tienes. Lo haces solamente por ti.  Recordemos la frase  evangélica que dijo Jesús de Nazaret:   "No he venido a ser servido, sino a servir"...... pero ¿quien se acuerda hoy de esto? Los hombres, olvidadizos, no nos acordamos nunca de ella. Y  deberíamos  hacerlo por supuesto. Anoche, jueves 27 de junio, la Federación de Peñas Huertanas de Murcia tenía su convocatoria para elegir un nuevo presidente a este ente que agrupa a más de ochenta peñas federadas. Por cierto de las cuales salvo una honrosa minoría que trabaja diariamente por Murcia el resto “ni sabe ni contest

Fue de las primeras visiones que tuve aquel trágico amanecer del 12 de mayo (horas después del caos que produjo el Terremoto de Lorca) Clareando el día, y desde el “puente de Eroski” miré hacia el Convento de las Clarisas y vi lo que no me hubiera gustado ver jamás: Su techumbre se había caído y el viejo recinto claustral, iglesia incluida, se había venido al suelo como consecuencia de la virulencia de la naturaleza desatada. Cuando me permitieron mis obligaciones informativas, a primeras horas del día siguiente 13 de mayo, me acerqué desde Santa Quiteria  (donde estábamos trabajando en el campamento de refugiados) para ver in situ como este lugar emblemático no solo de Lorca sino de toda la Región había quedado tras los seísmos. Imágenes religiosas en la puerta salvadas in extremis. Algun ramo de flores anónimo a los pies de la Virgen. La iglesia conventual con sus techos caídos sobre la nave central. El retablo, rico retablo, destrozado y al descubierto. Las celdas de

A finales de los sesenta, cuando volvía del colegio, siempre  pasaba  por delante de un comedor inmenso donde largas colas de niños, pelados al cero, esperaban la apertura de puertas para entrar a comer. Recuerdo, no sin cierta nostalgia, que le preguntaba a mi madre o a mi abuela ¿ Quiénes son esos niños? Y mi abuela me decía: “ Niños pobres que no tienen papá y mamá como tú y las monjitas les dan de comer. Tú tienes que dar muchas gracias a Dios por no tener que venir a comer ahí..”  Y aquel niño del parvulario, que era yo, se quedaba tan feliz con la explicación. Veía, eso sí, que eran niños tristes. Con la mirada baja. No jugaban y corrían como los de mi Colegio. No saltaban ni jugaban a la pelota. Estaban muy serios en una larga fila a las puertas de aquella casa de amplias puertas de cristal. Todos vestían un guardapolvo, o babi, de rayas grises y azules. Esperaban que las monjas, con unas impresionantes “tocas” blancas que parecían alas a ambos lados de la cabez

Encantado de saludarles a todos de nuevo. Vuelvo a escribir pero, en esta ocasión, lo hago bajo otro titulo completamente diferente " CAJINES Y ALBARES" (antes fue "El Arca") El titulo de esta colección de artículos lo he escogido de una obra del escritor y periodista murciano José Frutos Baeza  por ser un autor, por desgracia, desconocido para el gran publico y porque fue, esta, una de sus obras mas completas donde reflejaba el verdadero sentir del murciano. Frutos Baeza nació en Murcia el  11 de enero  de  1861   y falleció el  29 de marzo  de  1918 .  Sus temas se centraron en la  Huerta de Murcia  en todas sus colaboraciones literarias.  Con 18 años entró a trabajar en  El Diario de Murcia  como cajista, operario de imprenta. En este diario hizo gran amistad con  José Martínez Tornel  ejerciendo de procurador en los tribunales para el mismo. Comenzó su trabajo de periodista en este periódico  y a su cierre pasó a colaborar con el diario  El Tiem