MENTIRAS OCULTAS

He comentado, en mas de una ocasión, que nuestros políticos deberían darse una vuelta por las oficinas del SEF también conocidas como "oficinas del paro" para tomar conciencia real de la situación en nuestra Comunidad que difiere, bien poco, de lo que ocurre en el resto del Estado. Hoy, de nuevo, me he encontrado ante la cruda realidad de la sociedad. Esa que por desgracia no sale en los medios de comunicación tan habitualmente como debiera. La que se oculta a los ojos de una sociedad que no quiere mirar para ese lado para no encontrarse con las miserias que tenemos en nuestra propia casa. Las mentiras ocultas tras las frases grandilocuentes, los discursos vacíos, las promesas electorales o triunfalistas y lo que es peor, la que niegan siempre desde el poder no queriendo ver lo que en realidad pasa a nuestro alrededor. 




A las once de la mañana decenas de personas aguardan su turno para ser atendidos en una de las mesas de estos sufridos funcionarios que, a día de hoy, hacen el papel de consejeros, confesores, psicólogos, directores espirituales o incluso "padres". Llama la atención, nada mas ver ese panorama que, la mayoría, ya ha cumplido los cincuenta años. La gran grieta del sistema. La falla en continuo movimiento que sacude sin pudor los cimientos de una sociedad asentada sobre falsos pilares. Todos los que han/hemos cumplido los cincuenta y cinco años nos encontramos las puertas cerradas al futuro. La gente que aguarda turno tiene ya esa edad cumplida. Son rostros pensativos, sombríos, taciturnos. En las manos carpetas o papeles. A solas con sus pensamientos. Nadie habla con nadie a no ser una respuesta escueta a una pregunta educada. Son seres sin vida que se sientan juntos en los sillones de espera pero que apenas miran a su alrededor. Como si sintieran incluso vergüenza por encontrarse en esa situación. Miran, callan, agachan la cabeza y esperan ser llamados. Levantan la cabeza de vez en cuando para ver que número y mesa se ha quedado libre y comprobar si es la que les toca a ellos. Cada uno sabe la cruz que soporta. Apenas si cuentan sus miserias porque ¿para que van a hacerlo? Seguro que el vecino de asiento lo está pasando igual o peor que ellos. Esto en nada se parece a la espera en el Centro de Salud donde todo el mundo tiene tendencia a contar "sus males" y entablar conversación. Aquí no. En este sombrío lugar se guarda el mas hermético de los silencios. 



Hombres y mujeres. Españoles e inmigrantes. Todos aguardan su turno esperando "algo" que nunca llega. El panorama es desolador. La vida les ha dado la espalda y la sociedad les rechaza. Los leprosos de los tiempos modernos. Los apestados bíblicos del siglo XXI. Son mayores para todo tipo de trabajo. Se cierran todas las puertas. 
 Luego, cuando ya toca mi turno, el señor que me atiende con toda amabilidad confirmará lo que les estoy contando. La mayor lista de parados son los mayores de 55 años. Ahora en verano hay un repunte importante de empleo precario, pero empleo al fin y al cabo, de jóvenes que encuentran ocupación principalmente en la costa y en el sector servicios. Nada que no supiéramos ya. Pero nadie quiere camareros, limpiadores, pinches de cocina o incluso empleados de limpieza en los hoteles que tenga mas de 30 años. Nadie. A los 55 me dice este joven que me atiende, el mercado laboral, nos considera "viejos e inservibles" Y ahí empiezan los problemas. Se ha acabado el subsidio de desempleo. Se recurre a la paga "social" esa de los celebres cuatrocientos euros, se mira con lupa si la mereces o no y lo que es peor ¿donde vas hoy con ese dinero? Miseria, desamparo, soledad y hambruna en muchos casos. 



No hace falta que nadie te diga nada cuando ves a una señora, mayor, levantarse de la mesa donde ha sido atendida y ver como, con disimulo, se limpia las lágrimas que corren por su rostro lleno de arrugas de la vida. No necesitas saber mas cuando contemplas a un hombre que va hacia la calle, suelta una blasfemia incluso, y tira las hojas de papel, que va rompiendo en mil trozos, en la papelera junto a la salida. Es en esos momentos cuando recuerdas los informes de CARITAS de la pasada semana. Murcia se sitúa a la cabeza de la pobreza infantil en España. Y en proporción la que padece mayor riesgo de todas las comunidades. Ahí están las frías cifras que señalan a uno de cada tres niños murcianos en riesgo de exclusión social y padeciendo incluso hambre. Mientras, sus padres y abuelos, luchando en una oficina del SEF o el INEM para encontrar salida en el negro túnel donde se encuentran inmersos. 




Salgo de esa oficina donde los sueños quedan enterrados y la cruda realidad se impone siempre. Entro en un bar cercano a tomarme un café, que necesito, y en televisión están dando la noticia de la falta de entendimiento entre los líderes políticos para formar un gobierno estable en España. Los tertulianos presentes en el plató analizan esta circunstancia. Yo no presto atención a nada porque ya poco o nada me interesa lo que puedan decir. Esa España que pintan unos y otros de "color de rosa" es una mentira mas de las muchas que continuamente nos regalan.  El optimismo ante el futuro o incluso los miles de empleos que van a crear y que ponen sobre la mesa. O la manida reforma laboral de la que todos hablan pero que nadie hace. Todo es falso. La única y gran verdad está en una oficina del SEF cualquier día del año. Ahí es donde tenían que ir los políticos para tomar conciencia de lo que realmente está sucediendo en este país. Es muy fácil. muy sencillo, muy cómodo hablar de soluciones y prometer miles de puestos de trabajo cuando se está de espaldas a la realidad. Cuando esas miles de personas quedan ocultas tras el telón de sus propias miserias y nadie es capaz de penetrar en ese escenario para observar lo que hay detrás.  Y lo peor de todo es que son personas mayores de 55 años a las que, de raíz, les han cortado sus esperanzas. La sociedad que hemos construido entre todos "nos considera viejos" 









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