MUERTE Y DESOLACION

Erase una vez, en la ciudad de Bagdad, que un humilde criado servía a un rico mercader. Una mañana, el sirviente, acudió al mercado como hacía habitualmente y se encontró cara a cara con la muerte. Aterrado se volvió al palacio y le pidió a su señor que, por favor, le dejara el caballo más veloz de la cuadra para escapar de la ciudad ya que había visto a la muerte y, esta, le había hecho señas como si le fuera buscando. El señor se apiadó de él le dejó el caballo más veloz y le recomendó que huyera a esconderse a la lejana ciudad de Ispahan. El punto habitado más distante de Bagdad. Aquel humilde criado, raudo y veloz, emprendió la marcha hacia la lejana ciudad a lomos del caballo que su señor le había dejado al objeto de huir de la muerte. Por la tarde el propio señor, con su séquito, acudió al mercado y se encontró cara a cara con la muerte. Entonces le dijo: "Muerte ¿porque has hecho señas de amenazas a mi criado al amanecer?" Entonces la muerte le respondió: "NO, NO HA SIDO UN GESTO DE AMENAZA SINO DE ASOMBRO. ME HA EXTRAÑADO VERLO POR LA CIUDAD ESTA MAÑANA, TAN ALEJADA DE ISPAHAN, PORQUE ESTA NOCHE DEBO LLEVARME A TU CRIADO DE LA CIUDAD DE ISPAHAN" ........





Al amanecer del domingo 1 de octubre de 2023, la muerte, asestó un duro golpe a la ciudad de Murcia cuando el día festivo empezaba a despertar al alba. El fuego destruyó tres discotecas, una al lado de la otra, pues comenzó en una de ellas pero rápidamente se propagó a las naves aledañas. Lo que había sido una noche de alegría y fiesta se convirtió en un amanecer donde la muerte y la posterior desolación destrozaron sin piedad a familias y sueños. Tiempo habrá de analizar el porqué y el cómo de la rápida propagación, medidas que tenían los locales, salidas de emergencias y todo esto en lo que la policía científica trabaja a estas horas. Además de que el juzgado, encargado del caso, ha decretado el secreto de sumario. Habrá que esperar y por supuesto depurar responsabilidades de lo que pudo ocurrir en el interior de estos locales de ocio y si hay culpables a los que, desde ya, pedimos que caiga sobre ellos todo el peso de la ley. Pero no nos adelantemos ni aventuremos nada hasta que, como decía, no estén hechas las oportunas investigaciones. Toca esperar. Pero mientras, en el Instituto Anatómico Forense de Murcia, trece cuerpos, aguardan las autopsias para determinar la causa de la muerte. Si bien, de todos estos restos, solo tres han podido ser identificados y el resto tendrán que hacerlo con muestras de ADN pues han quedado completamente calcinados. Tuvieron una muerte horrible, sin duda alguna.




Los fallecidos, jóvenes que celebraban un cumpleaños, son de origen sudamericano y disfrutaban de su tiempo de ocio después de una dura semana de trabajo y sacrificios. Murcia ha sido, desde los orígenes del fenómeno migratorio, tierra de "llamada" y por tanto de acogida. Recuerdo al desconocido lector que el Valle del Guadalentín, en concreto Totana y Lorca, fueron las primeras ciudades donde se asentaron las comunidades ecuatorianas buscando un futuro mejor que les sacara de la miseria que soportaban a diario en su lejano país de origen. A partir de ahí, desde el primer momento de esos asentamientos, personas de todo el continente sudamericano comenzaron a llegar a esta Región donde, para ellos, estaba la mítica tierra prometida al pueblo de Israel, "donde manaba leche y miel" Lógicamente la realidad era otra bien distinta pero ya se dieron cuenta cuando vinieron a nuestra Región y tuvieron, tienen, que soportar penurias y estrecheces como gran parte de la población. Pero la llamada estaba hecha y el efecto que producía estaba en marcha. 



Me permito recordar al desconocido lector que no es la primera vez que, la comunidad latinoamericana, sufre en sus carnes la muerte y el dolor en tierras murcianas pues el martes 2 de enero de 2001 a las siete y media de la mañana el cercanías que cubría la línea Murcia-Aguilas, en el término municipal de Lorca, arrollaba a una furgoneta de trabajadores del campo segando la vida de doce de ellos que, en aquellos días festivos de Año Nuevo, se dirigían a ganarse el sustento en los campos lorquinos. Por tanto no es la primera vez que ocurre que, esta comunidad hermana, sufre en sus carnes el zarpazo de la muerte violenta. 




Es triste, muy triste, hacer miles de kilómetros, cruzar los mares, empeñar hasta el último céntimo de precarias economías para buscar una vida mejor que les saque de las penurias de sus países de origen y encontrarse cara a cara con la muerte lejos de la tierra que te vio nacer y donde están tus raíces, tu familia, tus amigos y tu gente. 

Esta vez han sido trece personas jóvenes celebrando un cumpleaños. Con toda la vida por delante, con ilusiones en un mañana mejor y sobre todo buscando, en esta tierra siempre acogedora y madre, un porvenir que en sus zonas de origen se les presentaba más oscuro o carente de toda esperanza. Algunos de ellos, sus familias, se habrán empeñado económicamente para realizar viaje tan complicado. Dejarían atrás sus propias raíces y, estoy seguro, vivirían en nuestra Comunidad con el deseo y los sueños de volver algún día, cruzar de nuevo el océano, pero hacerlo esta vez si con un economía saneada para poder hacer realidad sus anhelos. Montar un negocio, hacer una casa, buscar esposa y formar una familia. Nada de esto será ya posible para esos trece jóvenes que la muerte, aliada con el fuego, se llevó por delante al amanecer del primer día de octubre, domingo para mas señas. 





A estas horas, cuando escribo todo esto, la Región entera ha guardado un respetuoso minuto de silencio. En la sede del Gobierno Regional, en el Parlamento Autonómico, ayuntamientos, hospitales, centros educativos y en todos los lugares donde las personas de bien hemos realizado este simbólico acto en recuerdo, homenaje y solidaridad no solo con los que se han ido para siempre sino con los que peor lo están pasando, los que se quedan, que ven impotentes como la muerte, maldita sea la muerte, ha segado de un tajo la vida de trece jóvenes cuando empezaban a disfrutar de la primavera de la vida.

Como en el cuento persa del comienzo de este artículo, estas personas, vinieron desde la lejana "Bagdad" a esta "Ispahan" (Murcia) huyendo de la miseria, las estrecheces y la muerte pero no podían saber que, esa muerte, les había citado en Murcia a miles de kilómetros de sus añoradas tierras que un día les vio nacer y que su golpe fatal, sin piedad, les iba a alcanzar de lleno.

La Región de Murcia, hoy, llora vuestra ausencia...... 





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