NOVIEMBRE TIEMPO DE RECUERDOS

Dice el viejo refrán castellano "Noviembre, dichoso mes, que comienza con todos los santos y acaba con San Andrés. Faltan para las Pascuas tres semanas y días tres, y si cuentas bien, un mes"...

Noviembre. Es otoño con soles dorados pero tenues. Cielos azules barridos por los primeros vientos helados que desde el norte nos llegan. Gris, en ocasiones, con nubes que nos traen el tan ansiado milagro del agua para tierras sedientas como la nuestra. Es tiempo de rojos atardeceres cuando el sol se pierde por el horizonte y el consabido cambio de hora nos sumerge en oscuridad apenas si la tarde ha comenzado a desarrollarse. Es también, y no conviene olvidarlo, el mes por excelencia para volver a saborear la rica gastronomía transmitida de generación en generación. Tiempo para el recuerdo emocionado, la visita a los cementerios, las flores sobre las tumbas y los bronces de nuestros campanarios convocando al rezo por las ánimas del purgatorio... "Noviembre, dichoso mes..." 



Celebramos, al inicio del undécimo mes del año, el llamado "Dia de los Santos" o "Tos Santos" como dice el huertano tradicional. Jornada de alegría para la Iglesia pues con esta festividad se recuerda a todos aquellos que murieron en santidad pero no están en los altares. De ahí que, los ornamentos utilizados para la celebración religiosa, sean de color blanco. Mucha gente, todavía hoy, confunde la celebración de este día con la "fiesta de los muertos" Nada más lejos de la realidad pues, realmente, el "día de los difuntos" es el dos de noviembre. Pero, lo mas probable, es que al ser festivo el dia uno se utiliza desde tiempo inmemorial para la visita a los cementerios para honrar la memoria de nuestros difuntos al ser, el día dos, laborable. Esto, con el paso del tiempo, ha movido a la confusión general creyendo que el primer día de noviembre es el de los difuntos cuando no es así. Y seguramente, también, con la influencia anglosajona de la célebre "Noche de Halloween" la víspera de la fiesta todo sea un "totum revolutum" que confunde aún mas en nuestros dias.



La visita a los cementerios para honrar la memoria de los que nos precedieron, la costumbre piadosa de hacerlo en este día, se pierde en la noche de los tiempos. Desde siempre se ha ido a visitar la tumba de los difuntos. Se ha aprovechado para adecentarlas. Limpiarlas, colocar frescas flores, hoy sustituidas por las artificiales de plástico o tela, y estar unos momentos o el día entero incluso, sentados en derredor de esa sepultura reviviendo escenas pasadas con aquel o aquella cuyos restos se encuentran bajo la losa de mármol. Cada pueblo, cada rincón, tiene su propia tradición al respecto y los hay, incluso, que se llevan la comida como si de un dia de camping se tratara y pasan allí la jornada aunque ya no vuelvan hasta el año siguiente y aquellos restos mortales queden solos como lo han estado en los últimos meses. 




Y fiel a su cita con noviembre, desde siempre, aparece en escena don Juan Tenorio. El burlador sevillano que año tras año se junta con don Diego Tenorio, don Gonzalo de Ulloa, Ciutti, el capitán Centellas,  don Rafael de Avellaneda, Brígida, don Luis Mejía, Gastón, Buttarelli, doña Ana de Pantoja y sobre todo con la cándida y enamorada doña Inés de Ulloa que robará el corazón del eterno burlador y en los estertores finales de su licenciosa vida se le aparecerá sobre el blanco mármol de la sepultura para que su acto de contrición le abra las puertas del purgatorio y se libre de la condenación eterna. Final feliz para un clásico drama romántico que comienza en los días del carnaval sevillano y finaliza con los toques de difuntos de los campanarios sevillanos en el mes de noviembre. Drama del vallisoletano José Zorrilla, auténtico fracaso el día de su estreno y que condenó a aquel libreto a "dormir" en el cajón de un empresario madrileño a quien, Zorrilla, lo vendió por cuatro dineros. Con el transcurrir del tiempo, otro empresario, encontró aquellos papeles olvidados, los leyó, se interesó por ellos y volvió a poner la obra en escena. Fue todo un exito y hoy, mas de un siglo después, la figura del libertino don Juan se sigue enseñoreando de todos los escenarios del mundo y se ha convertido en una obra imprescindible del repertorio teatral español y especialmente en estas noches de noviembre. Lo curioso es que su autor, José Zorrilla, nunca conoció en vida el éxito de su Tenorio.


Es este mes de noviembre el tiempo del reencuentro con la gastronomía de nuestros antepasados que, casi siempre, ha sido transmitida de generación en generación y se hace presente en nuestras mesas. Tiempo para el "arrope y calabazate" que acompañan, en muchos casos, a las ricas gachas migas hechas con harina y granos de anís "matalauva" y su característico y riquísimo sabor. Castañas asadas en la lumbre del hogar o adquiridas en los puestos callejeros que, en estos días, aparecen por las esquinas de nuestros pueblos y ciudades. Nadie sabe de donde vienen las viejas castañeras pero ahí estan año tras año fieles a su cita para introducir la caliente y preciada mercancía asada en la lumbre, en esos cartuchos de papel de estraza que, en tiempos, se hacían incluso con hojas de los periódicos. Cita, también, con los buñuelos de viento hoy rellenos de chocolate, vainilla, crema pastelera o cabello de ángel y, por supuesto, los celebérrimos "huesos de santo" imprescindibles y fieles compañeros de los cafés tras la comida. O en la animada tertulia con la familia o los amigos. Era costumbre, hoy desaparecida, que cuando alguna familia invitaba a otra en las tardes de noviembre para tomar café, los invitados, se presentaban con una bandejita de "huesos de santo" para obsequiar a los anfitriones. Lo he vivido en casa y con mi familia muchos años de aquella perdida infancia... El pan de higo, los orejones, los dulces de crema o los dátiles "adobados" de la altiva palmera aparecen año tras año a su obligada cita con la mesa tradicional de este otoño que, con noviembre, llega a su punto álgido. 


Comenzará los toques de ánimas en los campanarios de iglesias, conventos y ermitas. Se encenderán velas, "mariposas" o lamparillas en los hogares recordando a nuestros difuntos y se rezará por las ánimas del purgatorio. En nuestros cementerios, en Murcia especialmente, a la caída de la tarde se escucharan entre las sombras las recias voces de los "auroros" cantando las salves de difuntos a la luz de un farol y con el tintinear monocorde de la campana. Rezar cantando y cantar rezando por las almas de los que ya no están entre nosotros. Las calles se llenaran de hojas secas que los árboles desprenden con la llegada de los primeros vientos. Es noviembre y es otoño


Noviembre nos trae el olor a tierra mojada cuando la lluvia, por fin, se hace presente. El del perfume de los armarios donde hemos tenido guardadas las prendas de abrigo todo el año y que el tiempo, inexorable paso del tiempo, nos obliga a volver a sacar para su uso en días fríos y desapacibles. En las calles la música de fondo de las campanas, cada vez menos, de los cercanos campanarios tocando al rezo de ánimas. Con las voces de las castañeras en nuestras esquinas pregonando su sabrosa y esperada mercancía. Es el paso del tiempo, de ese tiempo preciso y precioso, que vamos a comenzar a vivir sin olvidarnos del recuerdo a los que ya no está nosotros y que al comenzar este undécimo mes del año hemos recordado en el cementerio colocando sobre la tumba un ramo de flores y musitando, desde el corazón agradecido, la oraciòn por su alma....

"Noviembre, dichoso mes, que comienza con Todos los Santos y acaba con San Andrés. Faltan para la Pascuas tres semanas y días tres. Y si cuentas bien, un mes".....

Alberto Castillo Baños

Domingo 29 de octubre de 2023



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